BICHOS DE LUZ
Hablar de contaminación lumínica implica, más temprano que tarde, hablar de bichos de luz.
Especialmente ahora, porque hace unas semanas que en redes circula mucho el tema. Y esta vez, en lugar de ir contra todas las tendencias, me voy a aprovechar: hablemos de bichos de luz.
Me estoy enterando ahora, mientras reviso información y escribo, que los bichos de luz son escarabajos. Pertenecen al orden Coleoptera y a la familia Lampyridae. Así que sí, son un tipo especial de escarabajo, con el superpoder de brillar: en el abdomen tienen células especiales donde ciertas reacciones químicas generan luz. Qué mundo este mundo.
Estos bichos usan la bioluminiscencia para comunicarse y reproducirse. Las distintas especies tienen códigos específicos: emiten con distinta frecuencia, duración y color. A veces a destiempo entre individuos, y otras sincronizadas. Así se reconocen. Algunos, incluso, sincronizan sus luces en grupos masivos y cuentan que es tremendo espectáculo. Eso pasa en el Parque Nacional Great Smoky Mountains (EE.UU.), donde cada año miles de personas postulan a una “lotería” para tener la suerte de verlos en acción durante los únicos 8 días en que se habilitan las visitas nocturnas al parque. Así de exclusivo.
Hay más de 2600 especies de bichos de luz en el mundo, y 150 están siendo analizadas por el Grupo de Especialistas en Bichos de Luz de la UICN (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza) para ser clasificadas según su riesgo de extinción. Más allá del dato, no hay charla en la que no me pregunten por qué ya no se ven. El relato refuerza el dato.
Y es que sí, todos nos acordamos de los bichos de luz con cierto romanticismo, porque esa luz en las noches de verano le queda grabada a cualquiera. Yo también tengo mis recuerdos en Bello Horizonte, pasando para la casa del vecino, bollón en mano, a juntar bichos de luz cuando él no estaba. Excelente experiencia, aunque al otro día, claro, amanecían todos muertos.
¿Y qué pasa ahora? Estas experiencias se están volviendo cada vez más raras. Los posteos que circularon están basados en una publicación científica de 2020, donde un grupo de investigadores consultó a expertos en bichos de luz. Les pidieron a 49 especialistas de todo el mundo que ranquearan las amenazas que consideran más preocupantes para las poblaciones en su región. Es una metodología que se usa pila y da información muy valiosa, sin requerir los monitoreos de campo exhaustivos que muchas veces son inabarcables. Los expertos analizaron 11 amenazas posibles y eligieron las 4 principales: pérdida de hábitat, contaminación lumínica, uso de pesticidas y contaminación del agua. Para América del Sur, la amenaza más alarmante es la contaminación lumínica. La luz artificial complica los encuentros reproductivos, altera los ciclos de vida y desorienta a larvas y adultos. En entornos iluminados, donde la luz que emiten apenas se nota, los bichos de luz se vuelven un insecto cualquiera. Pierden todas las ventajas.
Con todo esto seguimos confirmando que el modelo de desarrollo que tenemos no funciona. Seguimos arrasando hábitats, usando agrotóxicos y contaminando ríos. Mientras damos esa discusión, que a veces parece imposible, podemos cambiar lo micro. Apagar las luces. No usar pesticidas en el jardín. Dejar el pasto largo. Queda esperar el calor del verano, pero así estamos haciendo nuestra parte.
Y aunque los posteos de instagram aseguran que somos la última generación que verá bichos de luz, los expertos no concluyen eso. La amenaza existe, pero estamos a tiempo de hacer algo. El dramatismo llama la atención, pero también puede hacernos tirar la toalla.
Foto: Yaguchi, Wikimedia Commons, bajo licencia CC BY-SA 4.0. Sin modificaciones realizadas.